Llegué a los ángeles porque varias personas me decían que tenía manos sanadoras, mi hija conocía a Carlos y fui allí para confirmarlo, y no sólo me confirmó sino que también él, lenta y gradualmente me fue enseñando el camino de la luz, me invitó al seminario del primer nivel y aunque allí tuve mucho qué pelear contra la incredulidad, terminé viendo aún con más claridad lo que los ángeles mi iban mostrando……. mi propia sanación.
Tenía serios problemas emocionales que nunca ningún sanador tradicional ni ninguna medicina pudo hacer algo por mí. No sólo me sané sino que terminé viendo con mis propios ojos, aquello que en el curso del nivel 1 casi me hace abandonarlo todo cuando nos hablaban de ellas: las hadas.
Para mí el mayor milagro, aunque han sido muchos, fue mi propia sanación, y con ella el encuentro con mi felicidad, porque así, he podido que otros también encuentren este camino, el camino del amor, el amor por todo aquello que ilumina y eleva nuestro espíritu. Gracias Ma. Elvira y Carlos, su devoción a los ángeles y con ellos a todos nosotros, han permitido que realmente nos enamoremos del Padre y sus ángeles, y así, brillemos con luz propia. Que el amor y la luz embriaguen siempre sus corazones.